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Esteban Laberdesque: El D’Artagnan cubano

El D’Artagnan cubano

¿Sabías que un cubano fue comparado por la prensa francesa con el legendario D’Artagnan de Alejandro Dumas en pleno París de la Belle Époque? La historia de Esteban Laberdesque es una mezcla de aventura, política y leyenda. Duelista, periodista, activista y dandy, este hijo de Santiago de Cuba se convirtió en un personaje de novela en la vida real: enfrentó a fanáticos antisemitas, desafió a las élites francesas y defendió causas justas con espada y pluma. Sin embargo, su nombre permanece casi olvidado en la historia de Cuba.

Orígenes de una leyenda: infancia y juventud

¿Quién era este singular duelista? Esteban Pierre de Jésus Laberdesque nació en Santiago de Cuba entre agosto de 1874 y 1875, hijo de Román Laberdesque, un médico francés, y Caridad Florez, guantanamera. Desde niño alternó entre Cuba y Francia: educación primaria en París, bachillerato en Pau, y más tarde estudios en La Habana.

Pero su destino nunca fue el de médico ni boticario, como soñaba su familia. Inquieto, rebelde, atraído por la bohemia y la aventura, se vinculó a la esgrima, al ñañiguismo (sociedad secreta afrocubana), y a círculos donde la vida era más riesgo que rutina. Pronto rompió con el camino marcado, abandonó los estudios, viajó al extranjero y sobrevivió gracias a su ingenio. Su vida temprana estuvo marcada por huidas, amistades peligrosas y una personalidad magnética, capaz de moverse tanto en los clubes de esgrima como en los movimientos revolucionarios del Caribe. Llegó incluso a participar en la insurrección venezolana con Joaquín Crespo y a establecer vínculos con el propio Antonio Maceo en Costa Rica.

De Santiago de Cuba a los bulevares de París

Forzado por su familia, terminó en Francia y luego en Argelia, donde ingresó en la caballería del ejército francés, los famosos “spahis”, ascendiendo al grado de mariscal de logis (suboficial). Allí, lejos de calmar su espíritu, se convirtió en actor destacado en la política local, enfrentándose a líderes antisemitas y fundando su propio periódico. Laberdesque no era solo un espadachín: fue periodista combativo, polemista y llegó incluso a postularse como candidato político, aunque sin éxito electoral. Su duelo con Régis fue apenas el más famoso de varios, y su defensa pública de los judíos le valió tantos enemigos como admiradores.

En París, lo reconocían por su porte impecable y su carisma. Dandy, bohemio, siempre rodeado de artistas y periodistas, se codeó con figuras de la talla de Georges Clemenceau, de quien fue secretario durante la presidencia del Consejo de Ministros, manteniendo siempre viva su doble identidad de cubano y francés.

Últimos años y legado: un cubano en el panteón de París

En mayo de 1914, cuando iba rumbo a un ensayo de los Ballets Rusos, Laberdesque fue sorprendido por una hemorragia cerebral y murió a los 39 años. Fue enterrado en el cementerio de Père-Lachaise, el panteón de los grandes de París, donde reposan figuras como Chopin, Oscar Wilde y Édith Piaf. Su viuda, Madeleine Leblanc, sería reconocida por su labor como enfermera durante la Primera Guerra Mundial.

Sin embargo, el nombre de Esteban Laberdesque —ese cubano que se enfrentó a espadachines y fanáticos con igual coraje— fue desdibujándose hasta quedar casi olvidado. ¿Cuántos héroes anónimos como Laberdesque guarda la historia cubana, esperando ser rescatados del olvido?

Últimos años y legado: Un cubano en el Panteón de París

En 1912, Laberdesque regresó brevemente a Cuba, siendo recibido como una celebridad, y en 1913 el gobierno republicano cubano le confió una misión diplomática en París, mediando en asuntos bilaterales con Francia. En mayo de 1914, camino a un ensayo de los Ballets Rusos, Laberdesque fue sorprendido por una hemorragia cerebral y murió a los 39 años. Fue enterrado en el cementerio de Père-Lachaise, el panteón de los grandes de París. Su viuda, Madeleine Leblanc, fue reconocida por su labor de enfermera en la Primera Guerra Mundial. Pero el nombre de Esteban Laberdesque, ese cubano que se enfrentó a espadachines y fanáticos con igual coraje, se fue desdibujando hasta quedar casi olvidado.

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