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La historia del mambí gay , La Brujita

La increíble historia de “La Brujita”: el mambí olvidado que desafió prejuicios y a la muerte

¿Sabías que en el Ejército Libertador hubo un mambí abiertamente gay, a quien todos llamaban “La Brujita”?
No, no es leyenda. Es la historia de Manuel Rodríguez, el sastre espirituano que cambió la burla y el desprecio de su pueblo por el respeto de sus compañeros, a fuerza de valor y humanidad. Una historia que nunca te contaron en la escuela, y que Cuba necesita recordar.

De la burla en el pueblo al respeto en la manigua

Manuel Rodríguez nació en Puerto Príncipe (hoy Camagüey) pero creció en Sancti Spíritus. Era sastre, artesano, hombre de color, siempre elegante y callado, con fama de excéntrico por sus modales refinados, su voz suave y sus gestos delicados. En la Cuba colonial del siglo XIX, eso bastaba para convertirse en blanco de burlas, discriminación y desprecio.
Le decían “La Brujita” con sorna, y más de uno lo consideraba un paria.

Pero cuando estalló la guerra de independencia, Manuel no dudó. Dejó el taller, su bomba blanca impecable, y se alistó como soldado raso bajo las órdenes del patriota Bernardo Gómez, junto a decenas de artesanos espirituanos. Pronto demostró que su “rareza” era mucho más que un apodo: era coraje puro, temple ante la adversidad, lealtad absoluta a sus compañeros.

El día que todos huyeron menos él

En agosto de 1869, tras la famosa acción del Júcaro —una de las grandes victorias cubanas—, las tropas mambisas marcharon hacia la finca Guanales, en Camagüey. Allí no los esperaba el enemigo español, sino uno más terrible: el cólera. En apenas 20 horas, más de cien hombres cayeron muertos. El pánico y la desesperación invadieron el campamento. El general Ángel Castillo, incapaz de ordenar a nadie quedarse en el infierno, solo pudo preguntar:
—¿Quién se atreve a quedarse voluntariamente para enterrar a los muertos y cuidar a los moribundos?

Silencio. Nadie respondía.
Hasta que una voz se alzó, firme, sin vacilaciones:
—General, yo me quedo.

Era “La Brujita”. Junto a quince hombres y el propio general, permaneció 48 horas sepultando cadáveres y asistiendo a los agonizantes, sin miedo, sin temblar, sin quejarse. De los 22 que se quedaron, solo siete sobrevivieron. Manuel fue uno de ellos. Cuando el general le preguntó por qué no huía, él respondió:
—No puedo permitir que los cerdos y las auras devoren a mis compañeros muertos. ¿Por qué he de temerle a la muerte si ella siempre nos encuentra, donde sea?

De “afeminado” a capitán mambí

Aquel acto de coraje le valió el respeto de todos y su ascenso a capitán. “La Brujita” participó en las campañas más duras, se destacó en los combates como un verdadero tigre —“una fiera o un loco”, decía de él el capitán Moreira— y fue admitido en el selecto grupo de los “Rifleros de las Villas”, donde pocos oficiales lograban entrar.
En 1873, tras la muerte de Agramonte, Rodríguez cayó heroicamente en un asalto en Caobillas. Murió como vivió: en primera línea, fiel a sus ideales y a sus compañeros.

¿Qué nos enseña la historia de Manuel Rodríguez?

Que el valor no tiene género, ni orientación sexual, ni color de piel. Que los prejuicios solo existen hasta que el coraje, la humanidad y la dignidad los pulverizan. Que la libertad de Cuba se forjó también con el temple de quienes fueron despreciados por “diferentes”.

En su ciudad, muchos solo recuerdan a “La Brujita” por sus rarezas. Pero sus compañeros en la manigua lo recordaron siempre como el capitán, el bravo, el héroe y el hombre íntegro.

Serafín Sánchez, general y testigo de su historia, lo resumió así:

“En Sancti Spíritus conocieron a La Brujita, al sastre, al artesano de color, al paria… Yo vi en la revolución al capitán, al libre, al bravo, al tigre, al héroe, al hombre.”

Un símbolo para hoy

La historia de Manuel Rodríguez rompe silencios y prejuicios. Habla de la diversidad en la forja de la nación cubana, de la verdadera inclusión y del derecho de cada quien a ser quien es, y aún así servir a su pueblo con honor.

¿Te sabías esta historia? ¿Por qué crees que fue silenciada?
Comparte para que la historia de “La Brujita” nunca vuelva a ser ignorada.

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