Un niño curioso de Sancti Spíritus
Vicente Antonio de Castro y Bermúdez nació el 24 de marzo de 1809 en Sancti Spíritus, Cuba. Desde pequeño, su vida estuvo marcada por el aprendizaje y la superación. Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal y, siendo aún muy joven, se trasladó a La Habana, donde comenzó a destacar por su inteligencia y dedicación.
Estudiante brillante y maestro apasionado
A los quince años obtuvo el título de Bachiller en Artes y poco después en Medicina. Su pasión por el conocimiento lo llevó a dominar varios idiomas, incluyendo latín, francés e inglés, lo que le permitió estar al tanto de los avances científicos internacionales.
Castro no solo se limitó a aprender: muy pronto comenzó a compartir sus conocimientos como profesor universitario. Impartía clases gratuitas en su casa a quienes deseaban aprender más sobre anatomía, fisiología, obstetricia y patología.
Innovador en la medicina cubana
En 1837 obtuvo su título de Doctor en Medicina y ese mismo año fue nombrado catedrático de Anatomía en la Universidad de La Habana. Pronto se destacó por su espíritu innovador: fundó la cátedra de Patología Interna e Introducción a la Práctica de la Medicina, siendo pionero de la clínica médica en Cuba.
Castro introdujo en el país técnicas modernas de diagnóstico como la auscultación y la percusión, y fue uno de los primeros en realizar autopsias para confirmar sus diagnósticos. Además, promovió el estudio de la anatomía patológica, sentando bases sólidas para el desarrollo de la medicina cubana.
El primer cirujano anestesiólogo de Latinoamérica

Uno de los mayores aportes de Vicente de Castro fue la introducción de la anestesia moderna en Cuba y en Latinoamérica. El 11 de marzo de 1847 realizó, en el Hospital San Juan de Dios, la primera operación con anestesia utilizando éter, apenas unos meses después de que este avance revolucionara la medicina en Estados Unidos y Europa.
Su relato sobre aquel momento histórico, publicado en el Diario de la Habana, muestra su dedicación y precisión como médico:
“Aspiró el éter, y cuando perdió la sensibilidad… introduje el trocar… El enfermo no sintió nada absolutamente.”
Este hito permitió que las cirugías dejaran de ser procedimientos traumáticos y dolorosos, marcando un antes y un después en la medicina cubana.
Educador, divulgador y escritor
Vicente de Castro no solo fue médico y cirujano, sino también un apasionado divulgador del conocimiento. Fundó revistas como el “Boletín Científico” y “La Cartera Cubana”, donde compartía artículos científicos y literarios. También tradujo y editó textos médicos que se convirtieron en referencia para la formación de nuevas generaciones de profesionales de la salud.
Su dedicación a la enseñanza, tanto en aulas como en publicaciones, inspiró a numerosos estudiantes y colegas.
Un legado científico y humano
Castro fue miembro de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y de la Sociedad Económica de Amigos del País. Su vida fue un ejemplo de entrega al estudio, la docencia y la innovación científica. Falleció el 12 de mayo de 1869, dejando una huella imborrable en la historia de la medicina cubana.
Reflexión final
La historia de Vicente Antonio de Castro y Bermúdez nos recuerda que el verdadero progreso surge del deseo de aprender, innovar y compartir el conocimiento con los demás. Su legado continúa vivo en la medicina cubana y en todos aquellos que, como él, buscan aliviar el dolor y ampliar los horizontes del saber.





